Periaco
es hijo de Seliaco, Seliaco es hijo de Mondriaco, Mondriaco es hijo
de Kiliaco, Kiliaco es hijo de Merendaco, Merendaco es hijo de
Calandraco, Calandraco es hijo de Potaco, Potaco es hijo de
Diavaraco, Diavaraco es hijo de Vullaraco, Vullaraco es hijo de
Retaraco, Retaraco es hijo de Aziliaco y así podríamos seguir hasta
el mismísimo origen de los Ockharts. Un pueblo nacido y expandido
entre dos ríos, entre dos aguas que eran la propia sangre derramada
por Nakon-Aco, el Primer Ockharts. Los hijos y los hijos de los hijos
del Primer Ockharts crecen en una tierra fértil, bañada por el agua
y el Sol dónde la existencia es relativamente fácil. Son un pueblo
hábil e ingenioso, durante toda su historia han ido desarrollando
una extensa red de canales y piscinas naturales que utilizaban tanto
para el cultivo como para la cría controlada de diferentes especies
de peces. Era un pueblo que aprovechaba los recursos sin mermarlos,
intentaban abastecerse de toda clase de alimentos pero eso sí, en
poca cantidad. Esta actitud, prolongada en el tiempo, provocó en los
Ockharts pudieran hacer comestible la mayoría de recursos que los
rodeaban, había plantas que necesitaban macerarse, secarse o
triturarse antes de ser consumidas, otras sólo se podían comer si
antes habían sido cocidas tres veces. Aprendieron que los alimentos
frescos embadurnados de Humus Nero
se conservaban durante mucho más tiempo, que si machacaban y
extraían la savia de Soth Sath
podían envenenar a sus presas sin riesgo alguna y que si la piel se
secaba mirando a poniente durante una luna entera y luego la raspabas
con piedra fría, ésta adquiría una dureza y consistencia que
protegía inmejorablemente para la lluvia, el viento, el frío o el
Sol. En todo pueblo o colectivo de personas que trabajan en pro de un
bien común siempre aparecen individuos que aceleran el paso de ese
colectivo y lo llevan más allá, hacía el futuro. Uno de éstos es
precisamente Periaco, hijo de Seliaco, hijo de Mondriaco, hijo de
Kiliaco, hijo de Merendaco, etcétera, etcétera, etcétera. Éste es
un joven de pelo fuego, ojos agua y manos tierra. Su cuerpo espigado
y flexible se resolvía como su mente, inquieta y curiosa. Uno de
esos que miran más allá de lo evidente y que no reparan en lo obvio
porque éste no discurre en su mismo plano. Periaco es audaz como
pocos, valiente a la par que inconsciente, es en definitiva una mente
inconformista que no reniega de su pasado sino que anhela crear su
futuro.
Esta
historia acaba aquí, de repente, de golpe porque Periaco hijo de
Seliaco, hijo de Mondriaco, hijo de Kiliaco, hijo de Merendaco, hijo
de Calandraco, hijo de Potaco, hijo de Diavaraco, hijo de Vullaraco,
hijo de Retaraco, hijo de Aziliaco y así hasta el mismísimo origen
de los Ockharts, no puede detenerse y esperar. Tiene que marcharse,
tiene que descubrir que hay más allá del velo de realidad que cubre
sus ojos agua, sus manos tierra y su pelo fuego.
Agua, tierra y fuego.
Y la Vida... continúa.