Hola
buenos días, ¿es aquí la farmacia del corazón?
Si
señor, ¿que desea?
Necesitaría
algo para mejorar su
funcionamiento.
¿Qué
es exactamente lo que le pasa?
Que
amo en demasía.
¿Y
eso es malo?
No
es malo pero hace que mi mente se vuelva loca.
¿Y
eso también es malo?
No
es malo pero hace que mi cuerpo sienta con la fuerza de mil
huracanes.
¿Y
eso es malo?
No
es malo pero hace que mi ser se resienta como una bisagra oxidada.
Y
le repito, ¿es eso malo?
No,
es que simplemente de tanto
sentir a veces me hace sentir poco.
Ahora
no le acabo de entender.
Pues
eso me pasa a mí y es por ello que vengo aquí.
Pero
esto es la farmacia del corazón no su taller.
¿Entonces
me he equivocado?
No
soy quién para decirle sí se ha equivocado o no.
¿Pero
usted no es el que posee remedios para el corazón?
Si.
¿Y
no me puede ayudar?
Creo
que no.
¿Porqué?
Por
que su corazón no está enfermo simplemente siente.
¿Entonces
que me aconseja?
Déjelo
libre, él sabrá sanarse por sentimiento.
Sin renuncia de este mundo,
quisiera enseñar a mi corazón,
que fluya noche y día,
como el agua clara.
(Chiyo-ni)