Esparpanto




Esparpanto era un personaje que necesitaba una historia personal, diferente a cualquier otra pues pensaba que su nombre bien lo valía. Así que ni corto ni perezoso salió de dónde permanecía oculto y me vino a buscar. Estuvo insistiéndome durante más de dos semanas hasta que al final accedí. Al principio quiso que fuese una autobiografía, luego una novela, más tarde un extenso cuento hasta que finalmente se decidió. Esparpanto me confesó que había llegado a la conclusión que su vida se podía resumir en una sola cosa. Una experiencia de apenas tres días que le había cambiado su vida y que desde ese momento lo acompañaba fuese dónde fuese, hiciese lo que hiciese. Comprobé como a Esparpanto se le quebraba la voz al recordar aquellos días y eso me extrañó. Tenía la sensación que estaba muy seguro de lo que quería y de cómo lo quería pero ahora veía que no era exactamente así. Detrás de toda coraza, hay carne. Esparpanto no era ninguna excepción. Cuando todo estuvo dispuesto comenzó. Hablaba despacio, saboreando cada palabra, cada silencio y disfrutaba de ello. Su mirada se perdía en la lejanía, hablaba pero parecía que no se encontraba allí. Paso diez días visitándome cada noche hasta que por fin acabamos el escrito. Las correcciones nos llevaron tres días más y la portada, porque Esparpanto quería una portada, un día más. Al final dos semanas enteras sin poder dormir como dios manda. Debo confesar que escuchar a Esparpanto fue un deleite aunque su relato no era gran cosa. Me esperaba aventuras heroicas, hermosas damas y luchas a la luz de la luna y en cambio me encontré escribiendo una historia normal. Una historia cotidiana explicada con tanta intensidad que podía sentir la épica del momento. Cuando nos despedimos le pregunté adónde se marchaba pero no lo sabía. Le aclaré que su relato no iba a ser publicado, que yo no tenía los medios y no conocía a nadie que los tuviese pero esto le daba igual. Había llegado de un lugar remoto y oculto para explicar su historia y ahora que lo había hecho se sentía bien. Nos despedimos tomándonos un vino y charlando de esto y aquello. Otra demostración que Esparpanto no era lo que me había parecido en un principio porque no hay que olvidar que...

… detrás de una coraza, hay carne.