Neo-evolución



Año 2174.

La humanidad ha podido salir de la Tierra por primera vez en su historia. Ha logrado traspasar ese cielo que durante miles de años fue su techo, su barrera sin saber que detrás de ella estaba su futuro.

Los primeros indicios de esta hazaña se remontan más de dos siglos atrás aunque fundamentalmente fue a mediados del siglo pasado dónde recibió su impulso definitivo con la implantación definitiva de la biotecnología genética. A principios del siglo XXII la mayoría de seres humanos de la Tierra habían sido alterados genéticamente de alguna manera, en la hora de su concepción, en su formación o en su vida ya adulta. Las mejoras tanto físicas cómo mentales de los humanos no tenían límites y cada vez más el hombre exploró este mundo tan nuevo y tan lleno de oportunidades que la ciencia le ofrecía. La existencia humana adquirió un nuevo significado a cada avance que la tecnología ofrecía y así fue que la moral, la ética y en general todo el pensamiento se desmoronó. Hasta las religiones sucumbieron a esta nueva realidad dónde para el nuevo hombre no existían límites reales. La humanidad acababa de romper definitivamente con su pasado y con las limitaciones asociadas a su condición de hombre y esta nueva realidad transformó la totalidad de las sociedades de la Tierra. Todo lo que el hombre había construido hasta esos momentos se había reducido a la mínima expresión. Los parámetros del comportamiento humano se habían modificado radicalmente y la manera que el hombre se entendía a si mismo y a todo lo que le rodeaba había cambiado hasta límites insospechados. Nada ya era cómo antes porque ya nada era ni recordaba a todo lo que antes era. Las leyes que encorsetaban a la humanidad habían caído y el eterno anhelo de la inmortalidad parecía estar, a cada década que pasaba, más cerca. La humanidad ya no caminaba por la Tierra, ahora dejada su huella digital por toda ella. La selección genética hizo evolucionar más al hombre en cincuenta años que en todos los anteriores 127.000 años de su historia. El ser humano difuminó su forma original y muchos de ellos perdieron, a través de implantes, descargas y mutaciones múltiples, su verdadera identidad y pasaron a formar parte de un disco duro central que a partir de esos momentos dominó sus vidas. En este mundo aún había una barrera que el hombre no había podido superar. La Muerte. La temida muerte que a pesar de muchos avances siempre estaba un paso por delante. La vida no era aún un bien imperecedero aunque esto había cambiado desde hace muy poco tiempo. Hace tan sólo dos décadas el hombre se enfrascó en la misión más importante de su historia. Derrotar a la misma Muerte y hacer que el hombre diese su paso definitivo en esta revolucionaria evolución que tan eficiente parecía ser. El hombre de ciencia del siglo XXII no tenía dudas a la hora de poner en marcha proyecto tan ambicioso porque la realidad apremiaba y la humanidad tal y cómo se la conocía estaba a punto de desaparecer. La Tierra a finales del siglo XXII estaba a punto de agotar sus recursos y la contaminación atmosférica había mermado considerablemente cualquier tipo de vida, inclusive la humana y así era totalmente imposible vivir por mucho más tiempo. Los hombres estaban al borde de la extinción cuando más cerca estaban de conseguir el paso definitivo de su evolución, la inmortalidad.

Año 2224.

Los hombres se han fusionado finalmente con la máquinas y definitivamente la parte biológica que un día existió en ellos ha desaparecido. Ya no son aquellas mutaciones mejoradas del siglo XXII y ni mucho menos el ser inquieto y curioso que recorrió gran parte de la Historia, desde el XIX para atrás. Ahora es puramente mecánico, sus células han sido remplazadas por pequeñas y sofisticadas réplicas mecánicas de las propias células y su funcionamiento central esta totalmente predeterminado. Nada se deja al azar y cada paso que da un nuevo individuo, este mismo esta programado de antemano. Hasta el mismo planeta y su hogar es de origen artificial, lo creó el hombre neo-evolucionado cuando no descubrió ningún lugar seguro dónde instalarse después de su apresurada salida de la Tierra. La inmortalidad ya no es una quimera, esta al alcance de todos y todos y cada uno de los individuos que componen aquella sociedad tiene derecho a tenerla o renunciar a ella, si quieren. El tiempo y su consiguiente deterioro ya no encarcelan a esta versión mejorada del hombre que durante miles de años pisó la Tierra y hasta llego a someterla. Los sueños de toda una especie por fin se habían cumplido, ahora eran inmortales, aunque por desgracia para ellos en estos momentos ya no quedaba ningún humano para poderlo disfrutar.

El hombre había muerto definitivamente.

Año 2274

Un mundo sin imperfecciones.

Un mundo dónde el hombre, si alguna vez existió, no tenía cabida.


 


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