Sentirlos


La intensidad de sus miradas me conmueve. Son ojos que no parecen ojos se dibujan en unas caras que parecen continuamente iluminadas, dulces rostros que hablan mientras sus labios se abren en forma de sonrisa sincera. Todo es extraño para ellos y todo es divertido a la vez, su curiosidad y su forma de ser hacen que todo lo que sucede después del primer encuentro se vuelva mágico, se transforme en un hecho único e irrepetible en el devenir de esta vida. Puedo asegurar que ahora mismo mis pies descansan aquí y también puedo jurar que en estos momentos mis pies caminan por tierras dónde el Sol brilla de un modo diferente. Estoy junto a ellos. No importa el espacio ni el tiempo, no importa de dónde venga yo y sobretodo no importa que ellos no sepan que están tan presentes en mí que muchas de las cosas que deberían estar. Estas cosas no importan de verdad, tan sólo importan sus ojos y su mirada, sus gestos y su compañía, su manera de mostrarse y su alegre manera de vivir. ¿Quién dijo miedo? Si la vida misma puede ser el peor de tus enemigos y esta afirmación tan contundente y real me la enseñan ellos que están aquí y que están allí y que la he aprendido cómo sólo se aprenden las verdades, a través de una cristalina mirada que refleja la riqueza interior que ellos poseen. Ellos son ricos y nadie les hace caso, ellos tienen de un modo innato lo que nosotros cada día de nuestras vidas anhelamos y para mí ellos son los únicos que no saben que su forma de sentir la vida es la mejor manifestación que uno conoce de vivir. Ellos son cómo tú y cómo yo pero a la vez no lo son y esto es así porque tú y yo nos alejamos en un momento determinado de nuestra natural mirada cristalina en busca de algo que posiblemente nunca llegará por mucho que lo intentemos. Somos capaces de cerrar nuestros ojos y luego atrevernos afirmar que vemos el Sol mientras que ellos callan y juegan y es el Sol que los ve cómo los seres radiantes que son. Nadie cómo ellos para transmitirnos el verdadero significado de la vida, nadie cómo ellos para aprender a vivir y nadie cómo ellos para hacer de este mundo un buen lugar para todos. Ellos son el presente y ellos son el futuro pero para nada son el pasado, ese mismo pasado que tanto pesa a los que mantenemos los ojos cerrados y afirmamos ver el Sol.

La intensidad de sus miradas me conmueve.

Sentirlos es recordar,

es recordarse.



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