Molde


La potente luz que cae sobre mí hace imposible que pueda abrir los ojos. Las pocas veces que lo he intentado, la luz me ha cegado. Estoy sentado, desnudo y maniatado a una silla de madera. Mis tobillos también están atados con una cuerda que parece que me los va a romper de un momento a otro. Me acabo de despertar por enésima vez, ya no sé cuanto tiempo hace que estoy así, bajo esta luz que me castiga más que las cuerdas. Me he meado y cagado encima varias veces y el olor que desprende mi cuerpo es nauseabundo pero no puedo hacer otra cosa. Tengo sed, mucha sed y mi boca reseca esta amordazada. Estoy indefenso y aspirando este fétido olor que sale de cada poro de mi cuerpo sin que nadie haya hecho acto de presencia. Recuerdo que me he puesto a gritar cómo un poseso cuando me he dado cuenta que me habían capturado y me tenían desnudo y atado a una silla pero para mi desgracia nadie ha acudido ni nadie a venido. He llorado, he jurado y perjurado pero aún así nadie ha venido en mi ayuda y después de cagarme encima por primera vez, me he desmayado. A esta primera vez le han seguido otras muchas pero no puedo asegurar cuantas, mi cabeza esta llena de mi olor nauseabundo y de esta luz y su calor que hace que la sed me azote sin piedad. No sé porqué estoy aquí pero ahora mismo no me importa morir con tal de acabar con este sufrimiento. No creo merecerme este castigo aunque ahora mismo no sepa ni quién soy. Ahora no sé nada, yo sólo quiero agua, sólo quiero saciar esta sed voraz que me nubla la mente y hace que mi cuerpo se debilite por momentos y la luz es tan intensa que mi cuerpo empieza a sufrir sus efectos. Por toda mi piel están apareciendo ampollas llenas de un líquido negruzco y viscoso que huele fatal una vez que revientan. Estoy hecho un despojo humano o lo soy, no sé, mi cabeza me habla de un modo muy extraño y ya nada parece lo que es. No sé dónde estoy y porqué estoy en esta situación y no sé quienes pueden ser los causantes de esta tortura a la que estoy sometido. Para mí todo es una incógnita aunque esto ya no me importa mucho. La verdad es que deseo que venga alguien y me pegue un tiro en la cabeza y acabe con esto. Tengo ganas de morir, no puedo más, quiero morir ahora. No quiero morirme poco a poco cómo me esta pasando ahora, quiero acabar ya con todo esto, si quieren algo yo sé lo daré pero que acaben con esto, por dios, que acaben con todo esto. Vuelvo a despertarme y tan pronto soy consciente un pinchazo recorre mi cabeza, es la sed que no ha desaparecido y sigue azotándome y seguida de ella el dolor por todo mi cuerpo. Esto es un infierno, no creo que vaya aguantar mucho. De repente unos pasos se acercan y se detienen a mi lado. Una voz ronca me pregunta directamente,

¿Agua o plomo?

Plomo, por favor.


 

Todos estamos hechos del mismo barro, pero no del mismo molde”.
(Proverbio mongol)



Ella al igual que yo



Ella siente que es cómo las demás, esto lo sabe bien pero en cambio, su corazón le susurra una y otra vez que no, que no es igual a las otras mujeres de este mundo y mucho menos a las que ya conoce. Ella siente y vive en un mundo diferente, es un mundo lleno de alegrías y colores. Sonríe a la vida cómo un niño pequeño que al ver que lo miras, te sonríe. Ella lo hace de un modo especial, de una manera sincera. Pero en ella hay algo que no acaba de aclararse, ella no es capaz de ver lo evidente, lo obvio y lo que continuamente se manifiesta ante ella y en ella. Su vida, a veces, es lo más perecido a un ir y venir continuo por las avenidas de la díscola incertidumbre y extrañamente es en esta falta de solidez mental dónde se reconoce y es cómo mejor se siente. A ojos de los que la sienten su vida es un hermoso lienzo dónde los colores se suceden en una continua y mágica danza llena de vitalidad y optimismo y en boca de desconocidos su vida es lo más parecido que existe hoy en día a una historia épica. Es una mujer eminentemente práctica y sabe mejor que nadie que su devenir no le hace tanta mella cómo antaño porque el tiempo le ha enseñado y curtido en el arte de deleitarse y saborear las consecuencias de sus actos. Ella crea dulces causas y recoge deliciosos efectos y es en esta máxima dónde demuestra claramente que es una mujer eminentemente práctica. Vive sonriendo a la vida sin importarle el hecho que, cada vez más, este mundo da menos motivos para las alegrías. Sonríe a la vida porque sabe que su paseo por ésta se ha convertido en algo maravilloso, en algo que realmente vale la pena vivir con una sonrisa dibujada en su cara y con la alegría tatuada en su corazón.

Ella al igual que yo siente que su corazón le susurra que no es igual a los demás.

Ella al igual que yo.



¿Me preguntas porque compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir”
                                                                                    (Confucio)



Mi mente vuela



En estos momentos mi mente vuela hacía un lugar desconocido. No tengo miedo a no saber hacia dónde voy y que lo único que verdaderamente me impulsa es esta curiosidad de gato que siempre me acompaña y que no siempre consigo darle lo que espera de mi para saciarla. En estos momentos mi mente vuela hacía un lugar desconocido y remoto y se adentra en un espacio fuera de la órbita conocida. Las sensaciones se suceden al igual que la transparencia de las ideas que ahora recorren mi mente dándole un matiz ignorado hasta este momento. Absorto me voy acercando más y más a un lugar que cada vez esta más y más lejos y en esta incoherente proporción descubro cómo nuevas ideas inundan mi mente y que éstas se transforman en delgados hilos plateados que vibran al son de una melodía que ya me enseñaba antes de nacer. Estoy y no estoy, mi mente vuela y no vuela en este espacio que se distorsiona a cada vibración, a cada compás que siento y que me permite suspenderme cómo la nota que no deja de sonar en mi cabeza una y otra vez. Esta sensación de irrealidad me hace bien, hace que me sienta en conjunción con una nada que no aparece ante los ojos, que no se enseña en los libros ni se aprende en la calle y ésta es tan atrayente que siento cómo me adentra en este estado de total sumisión, que me acerca a su manifestación a través de lo que experimento, en definitiva, que me descubre a mi mismo ante mí.

En estos momentos mi mente vuela hacía un lugar desconocido y extrañamente viaja con la certeza que todo lo que la envuelve es conocido y que el resultado final de todo esto será su propio descubrimiento.

En estos momentos mi mente vuela hacía un lugar desconocido y ya nada se puede hacer para salvarla.

En estos momentos mi mente vuela hacía un lugar desconocido para conocerse.



Dirección la nada en ninguna parte


 

¿Dónde te encuentro?
Dirección la nada en ninguna parte.
¿Así es imposible encontrarte?
Si tú lo dices.
No lo digo yo me lo estás confesando tú.
Si tú lo entiendes así.
Tus palabras han sido muy claras, has dicho dirección la nada en ninguna parte.
Efectivamente.
¿No quieres que te encuentre?
Te he dicho dónde estaré.
Me has dicho que estarías en ninguna parte.
Efectivamente y ninguna parte ya es algún sitio, ¿no?
Mirado así puedes tener razón pero, ¿exactamente dónde esta ninguna parte?
Dirección la nada.
¿Y dónde esta la nada?
En ninguna parte.
No puedo seguirte de esta manera, me parece que no quieres que te encuentre por eso me lías con palabras y conceptos de difícil significado.
Si así lo crees, quién soy yo para negarlo.
¿Puedes decirme dónde puede encontrarte?
Dirección la nada en ninguna parte.
Pero lo que me dices no tiene sentido, ¿acaso no lo ves?
De ver veo muchas cosas pero referente a lo que estamos hablando creo haber sido muy claro en mis respuestas.
¿Claro dices?
Si, creo haberte respondido a todo lo que me has preguntado.
Entonces, ¿porque no soy capaz de entenderte?
Esto es algo que deberías preguntarte a ti mismo en vez de interrogarme a mí.
¿Pero eres tú el que parece que no quiera que se le encuentre?
Esto lo afirmas tú una y otra vez y cómo te he dicho antes, yo no soy quién para negar lo que tú crees.
Eres imposible, ¿lo sabías?
No creo que sea imposible, tan sólo un ser con unos curiosos principios.
¿De que curiosos principios me hablas?
Si vienes conmigo dirección la nada en ninguna parte lo entenderás.
¿Sabes? Desisto contigo porque esta conversación me recuerda cada vez más a lo absurdo de tus escritos y no quiero caer en tus libres interpretaciones que sólo entiendes tú.
Cómo quieras.
Dejemos esta conversación y volvamos a lo que estábamos haciendo, por cierto, ¿que estábamos haciendo?
Estábamos a punto de partir dirección la nada en ninguna parte.
Me rindo, eres imposible de entender.
Prepárate, te aseguro que será un viaje diferente a cualquier otro que hayas hecho.
Miedo me das.
No temas, nada malo te pasará dirección la nada en ninguna parte.
¿Me lo aseguras?
Te lo afirmo.
No sé porque lo hago pero he decidido que te acompañaré.
Me alegra escucharlo.
A mí no sé si me alegra hacerlo pero lo voy hacer.
Pues ya no hay más que decir, vámonos dirección la nada en ninguna parte.



La historia secreta de un bigote y una perilla



Un día un bigote y una perilla pusieron su acción a trabajar y se fijaron en una rana que descansaba encima de un nenúfar gigante. La rana croaba de vez en cuando ajena en todo momento al acecho a la que estaba sometida por parte del bigote y la perilla. En un momento determinado la rana se vio sorprendida por aquellas dos formas de reunión peluda y sin saber cómo, paso de ser una rana convencional del Amazonas a una rana con bigote y perilla nada convencional del Amazonas. La vida no fue fácil para la rana y no mucho mejor para el bigote y la perilla y así fue que éstos últimos decidieron dejar a la rana y poner de nuevo su acción a trabajar. Viajaron a tierras lejanas llevados por un cálido viento hasta toparse de bruces con una extraña forma. Parecía un árbol pero con las raíces dónde debieran estar las ramas. Un árbol tan extraño cómo su nombre, supieron más tarde que aquella forma era conocida por el nombre de Baobab. Realizaron la misma aproximación al árbol cómo la habían hecho con la rana y cómo había pasado en este último caso, tuvieron éxito. Se sentían felices por su nueva ubicación aunque pronto se cansaron de ésta, el Baobab no se movía y aparentemente no hacía nada así que el bigote y la perilla decidieron partir de nuevo. Reconocían que estas dos experiencias les había ayudado mucho a tomar una importante decisión, la próxima vez que hiciesen una aproximación a cualquier ser, antes estudiarían mejor al elegido y comprobarían si éste era el idóneo o no para sus intereses. Y así fue cómo prosiguieron su hacer por tierras y mares lejanos y exóticos. Toparon con muchos seres, posible elegidos cómo les llamaban el bigote y la perilla, y a todos y cada uno de ellos le encontraron un inconveniente, concluían siempre que a todos les faltaba algo que el bigote o la perilla creían imprescindibles. No querían repetir la experiencia de la rana ni del Baobab aunque pasado un tiempo y después de descartar a tantos, la situación se hizo difícil para ellos. Al fin y al cabo sólo eran pelos reunidos entorno a una máxima que los unía, la unión hace la fuerza. Eran una comunidad, sin duda, pero este conjunto peludo tenía un límite, cómo todas las cosas en la vida, y este límite no era sino que la naturaleza les obligaba a mantenerse unidos o por el contrario, pasado un tiempo, dispersarse y por consiguiente, vagar cada uno de ellos viajar a merced de un viento caprichoso e inestable. El bigote y la perilla se dieron cuenta del apremiante paso del tiempo cuando algunos pelos, algunos de sus iguales, se desprendieron del conjunto y desaparecieron definitivamente pasados unos pocos segundos. La situación era desesperante aunque confiaban en que nada estaba perdido aún. Siguió pasando el tiempo y la existencia del bigote y la perilla llegó a un estado cercano a la vía que lleva directamente hacía la extinción, sus cuatro pelos mal contados hablaban por si solos de su inminente desaparición y aunque ya no confiaban en encontrar nada ni nadie que les pudiese ayudar, aún conservaban algo de esperanza, de esa misma que dicen que es lo último que se pierde. La situación cambió radicalmente cuando un día vieron acercarse a un jovenzuelo, a un chaval, en definitiva, a un joven, de esos mismos que aún no han sido capaces de saborear las deliciosas frutas que nos regala esta vida. Era lampiño cómo sólo lo son los jóvenes con crecimiento hormonal lento. No es raro encontrar un joven así hoy en día aunque siempre resulta extraño saber que un joven con pelo en la mayor parte de su cuerpo aún sea capaz de conservar su rostro ajeno a toda floración peluda. No es infrecuente pero cuanto menos es curioso. Ese día, el bigote y la perilla esperaban agazapados al desprevenido e incauto joven que caminaba libremente por una tierra reflejo de las maravillas del cielo y sin saber cómo ni porqué el joven se encontró, de repente, extraño. Más que extraño, diferente. Algo había cambiado pero por mucho que se indagase no sabía bien que era. Prosiguió su camino y el cielo le siguió enseñando muchas cosas mientras pisaba una tierra del color del mar. Pasó un tiempo y el joven no encontró a nadie por dónde depositó sus huellas aunque en realidad no era eso lo que él buscaba. El joven se sentía dirigido por una fuerza interior que le hacía avanzar hiciese lo que hiciese, pensase lo que pensase y soñase lo que soñase. Era un ser pequeño pero creía firmemente que avanzaba a pasos de gigante. Una mañana llegó a un lago. Estaba en calma y sus aguas cristalinas reflejaban la pureza de las mismas. Decidió beber un poco de aquella agua y justo cuando fue a beber se percató de algo que hasta ahora le había pasado desapercibido. En su rostro había crecido un poblado bigote y una larga y arremolinada perilla sin saber cómo ni porqué. Se miró extrañado y se sorprendió descubrir lo frondosa que eran aquellas matas de pelo de su cara. No entendía cómo no se había dado cuenta, ahora que miraba su reflejo en las claras aguas del lago resultaba obvio y aún así no se había sabido hasta ese justo momento que por fin poseía un bigote y una perilla. Era un sueño hecho realidad. Por otro lado, el bigote y la perilla no cabían de su asombro al comprobar lo acertada que había sido su decisión al saltar sobre aquel joven que caminaba libremente. Comprobaron entusiasmados que rápidamente sus cuatro pelos se tornaron en una masa peluda de dimensiones considerables y tuvieron la certeza que sus comunidades había crecido hasta un número superior nunca visto. Estaban felices de ser tantos y sabían que todo este cambio se lo debían aquel joven que con su devenir en su vida, llena de contrastes y situaciones, había conseguido hacer de ellos, un auténtico y salvaje bigote y una poblada y díscola perilla.

Al joven le gustó su nueva imagen y así siguió caminando libremente por una tierra color mar reflejo de las maravillas del cielo.

Mientras, el bigote y la perilla vivieron unidos y felices junto aquel joven que día a día hacía posible que sus vidas se convirtiesen en una historia digna de relatar, de contar...

y sobretodo, de vivir.



Transmaterialización



Al despertar se encontró en una habitación de papel. Todo era de papel, la cama, las paredes, las ventanas y sorprendentemente hasta el supuesto cristal de las mismas era de papel. Las sillas, la mesa y el suelo también eran de papel. No entendía cómo era posible aquello y pensó que aún debía estar soñando y que aquella visión era parte del sueño que hacía que todo fuese de papel. Se frotó los ojos con la esperanza de encontrarse su habitación tal y cómo había sido en los últimos años pero no fue así. Todo seguía siendo de papel. Al intentar levantarse comprobó que algo no iba bien, su cuerpo no respondía de la misma manera y aterrado comprobó cómo él mismo se había vuelto de papel. Sus manos, sus brazos, sus piernas y hasta su cabeza eran de papel. Todo lo que le rodeaba y él mismo se habían transformado en papel, papel blanco para ser más exactos. No sabía que hacer y no sabía que pensar pues aquella situación era mucho más irreal de lo que nunca pudo haber imaginado. Se sentía atrapado por aquella circunstancia que impregnaba todo lo que sus ojos veían. Se preguntó en ese preciso momento si sus ojos eran de papel y pensó que si fuera así su cerebro también sería de papel y entonces concluyó que a lo mejor sus pensamientos también eran de papel. No podía ser, se decía una y otra vez, él se había convertido en un hombre de papel y mirase dónde mirase todo era de la forma inequívoca del papel. Pensó nervioso si esto era parte de un mal sueño o acaso en el universo existían realidades que se escapaban de una formal explicación cómo la que en estos momentos le estaba sucediendo. Estaba confuso y estaba perdido en medio de aquella realidad tan frágil y a la vez tan aterradora. Era un despertar del que costaba hacerse a la idea porque nunca fue capaz de imaginarse una realidad tan opresora y asfixiante cómo la que estaba viviendo en aquellos momentos. Hizo otro intento para levantarse pero fue en vano, no se aguantaba y lo único que podía hacer era torcer un poco su frágil cuello a pesar del riesgo evidente que aquella acción conllevaba. Estaba encadenado sin cadenas, estaba asustado sin nada ni nadie que lo asustará y estaba más blanco de lo que nunca estuvo en su vida. Estaba viviendo uno de esos momentos en la vida en los cuales nunca estás preparado, un momento de esos que hacen que cambie toda ella de un modo radical e incoherente sin saber el cómo y sobretodo sin saber el porqué. Un pensamiento o lo que fuera en esos momentos se le paso por su cabeza de papel, a lo mejor estoy dentro de uno de mis escritos, pensando y escribiendo que soy de papel, si, será eso, simplemente eso y cuando acabe mi escrito, estoy seguro, acabará esta pesadilla. Ojalá sea esto, pensaba el hombre de papel, y creía creerlo porque sino no sabría cómo salir de esa situación tan absurda en la que se encontraba sin motivo ni razón.

Nunca sabremos si el hombre de papel recupero su forma original o si por el contrario siguió siendo de papel hasta el fin de sus días aunque lo que si podemos afirmar es que esa experiencia lo cambio radicalmente debido a su repentina e inesperada transmaterialización.


Viriato Brains



Viriato Brains era un hombre que no cumplía ninguna norma establecida y esto era así porque nunca había conocido a nadie que se las enseñase. Nunca supo quién eran en realidad sus padres y para él, el término familia era un concepto que desconocía. Era un hombre inculto a todas luces, era un hombre que consideraba la palabra escrita una perdida de tiempo y era un hombre que cada vez que tenía que hacer un esfuerzo para aprender algo, simplemente desistía. Su desidia mental era un caso de estudio aunque él, por supuesto, nunca pensó en algo así, él opinaba que los demás perdían su tiempo en aprender cosas absurdas que nada servían en esta vida y era de la opinión que cuanto menos sabía uno mejor le iban las cosas. Su peculiar manera de hacer en esta vida no tenía adeptos ni detractores porque a Viriato Brains no lo conocía, cómo hemos dicho, ni la madre que lo parió. Le gustaba la soledad en la que vivía y ésta sólo se había visto alterada unas pocas veces en toda su vida. Para algunos observadores lejanos era un hombre sin oficio ni beneficio y por ello lo censuraban pero la verdad era que ni a ellos ni a nadie les interesaba mucho lo que hacía o lo que no hacía Viriato Brains. Él creía vivir de la forma más acorde a si mismo aunque también pensaba que si algún día se decidía y se esforzaba un poco más en sus quehaceres diarios su vida podría cambiar hacía una forma aún mejor. Esto no lo sabía, lo intuía. Viriato Brains, cómo hemos dicho anteriormente, no era muy listo aunque hay que decir que no lo era según las normas generales y establecidas por la mayoría de sus congéneres. Era un analfabeto de la cabeza a los pies y aún así tampoco se comportaba cómo los otros analfabetos que poblaban esta tierra. Sus ojos no reflejaban la curiosidad de los audaces ni sus manos las heridas de los que hacen y aún así sus ojos y sus manos hablaban más de él mismo que ninguna otra parte de su ser. Él conocía este hecho y por ello nunca se negó a mirar o tocar cualquiera de las pocas cosas que le interesaron en su largo devenir por esta tierra. Sus ojos miraban bajo un prisma diferente, sus ojos veían más cosas que las evidentes y sobretodo sus ojos podían observar detalles ínfimos de una persona sin que ésta se diera ni cuenta. En lo que respecta a su manos, éstas también eran diferentes a cualquier otra, poseían la dureza del obrero aunque nunca había trabajado y tenían la forma del artista aunque él desconocía lo que era el Arte y aún así ostentaban una riqueza de pliegues digna de un eminente pensador. Viriato Brains seguía una senda que no estaba marcada en la tierra ni en las estrellas porque él simplemente avanzaba junto a sus pasos en función de un parámetro nada convencional y sumamente personal, de un modo y una forma que sólo Viriato Brains sentía, entendía y comprendía.

Era un hombre que no cumplía normas y esto había sido así durante toda su vida, Viriato Brains se comportaba en todo momento cómo un hombre que nunca creyó en nada porque no encontró nada que aprender.

Viriato Brains, una paradoja biológica.


Pensé sin saber

Pensé que era posible que todo lo que hacía era un acto constitutivo de delito.
Pensé en el día que abrí aquel inocente libro.
Pensé que era mejor dejar salir antes de entrar.
Pensé en una noche estrellada cuando era niño, muy niño.
Pensé en las flores que inundaban mi vida.
Pensé que unos ojos eran y serán.
Pensé en el sonido del fuego al arder.
Pensé que uno y uno no siempre son tres.
Pensé que mis oídos me engañaban al escuchar tanta belleza.
Pensé que las aves al igual que yo están de paso.
Pensé en una oasis lleno de dátiles.
Pensé que sería mejor mejorar que empeorar lo peor de mi.
Pensé en las Galápagos y en sus gigantescas tortugas.
Pensé en la forma siempre diferente de llover.
Pensé en el calor y en el frío.
Pensé aderezar un poco más la ensalada la próxima vez.
Pensé en que puedo sonreír al recibir una a una las estocadas que me he buscado.
Pensé de mil modos y ninguno me funcionó.
Pensé en unos dedos que tecleaban mientras una suave música los envolvía.
Pensé que hay un Sol que nos calienta a todos.
Pensé que un lago es igual de bonito en cualquier parte del mundo.
Pensé en las ballenas y su canto.
Pensé en cosas con formas y sentidos contrapuestos.
Pensé que al partir mi tren todo estaba perdido.
Pensé en un amigo que crece a mi lado.
Pensé que no era posible que el violín sonase tan bien.
Pensé que no sería capaz de aguantarme con un sólo pie.
Pensé que siempre que pinto estoy tarareando alguna canción.
Pensé en que siempre me han gustado los fuegos artificiales.


Pensé en todas esas cosas que a veces se piensan...
sin saber del cierto si eran verdad.


Sentirlos


La intensidad de sus miradas me conmueve. Son ojos que no parecen ojos se dibujan en unas caras que parecen continuamente iluminadas, dulces rostros que hablan mientras sus labios se abren en forma de sonrisa sincera. Todo es extraño para ellos y todo es divertido a la vez, su curiosidad y su forma de ser hacen que todo lo que sucede después del primer encuentro se vuelva mágico, se transforme en un hecho único e irrepetible en el devenir de esta vida. Puedo asegurar que ahora mismo mis pies descansan aquí y también puedo jurar que en estos momentos mis pies caminan por tierras dónde el Sol brilla de un modo diferente. Estoy junto a ellos. No importa el espacio ni el tiempo, no importa de dónde venga yo y sobretodo no importa que ellos no sepan que están tan presentes en mí que muchas de las cosas que deberían estar. Estas cosas no importan de verdad, tan sólo importan sus ojos y su mirada, sus gestos y su compañía, su manera de mostrarse y su alegre manera de vivir. ¿Quién dijo miedo? Si la vida misma puede ser el peor de tus enemigos y esta afirmación tan contundente y real me la enseñan ellos que están aquí y que están allí y que la he aprendido cómo sólo se aprenden las verdades, a través de una cristalina mirada que refleja la riqueza interior que ellos poseen. Ellos son ricos y nadie les hace caso, ellos tienen de un modo innato lo que nosotros cada día de nuestras vidas anhelamos y para mí ellos son los únicos que no saben que su forma de sentir la vida es la mejor manifestación que uno conoce de vivir. Ellos son cómo tú y cómo yo pero a la vez no lo son y esto es así porque tú y yo nos alejamos en un momento determinado de nuestra natural mirada cristalina en busca de algo que posiblemente nunca llegará por mucho que lo intentemos. Somos capaces de cerrar nuestros ojos y luego atrevernos afirmar que vemos el Sol mientras que ellos callan y juegan y es el Sol que los ve cómo los seres radiantes que son. Nadie cómo ellos para transmitirnos el verdadero significado de la vida, nadie cómo ellos para aprender a vivir y nadie cómo ellos para hacer de este mundo un buen lugar para todos. Ellos son el presente y ellos son el futuro pero para nada son el pasado, ese mismo pasado que tanto pesa a los que mantenemos los ojos cerrados y afirmamos ver el Sol.

La intensidad de sus miradas me conmueve.

Sentirlos es recordar,

es recordarse.



Él



Mientras estoy leyendo el periódico en un banco del parque me distraen unos pasos que se acercan rápidamente dónde yo estoy. Mi atención se centra ahora en un hombre que camina a toda prisa y no deja de mirar hacía atrás. A estas horas no hay nadie en el parque y es por esto justamente que es la hora que elijo para venir. Casi nunca pasa nadie delante del banco que siempre elijo para leer tranquilamente mi periódico y digo mi periódico porque es mío. Soy el propietario y cómo tal me gusta saber cómo funciona mi negocio pero volviendo al hombre que se acerca debo decir que acaba de llegar al banco dónde estoy sentado. Jadea y esta sudoroso y lo primero que me llama la atención son sus rasgos. Es oriental. Sin mediar palabra el hombre se sienta junto a mi y acto seguido se encoje para ocultarse detrás de mí. Lo miro sin saber que decirle y sin saber si me entenderá aunque la situación es bastante surrealista cómo para quedarme indiferente y no hacer nada. Cuando me fijo mejor en él, al momento, me quedo de piedra. No puede ser, es él, el oriental que parece esconderse de alguien o algo en este parque desierto, es alguien importante en mi vida aunque él no lo sabe. Por un momento mi cabeza duda, no puede ser él, él no estaría aquí ni en esta situación, él es alguien con las rutinas bien marcadas y esto sale de su hacer normal más que cualquier otra cosa. No salgo de mi asombro y por mucho que lo miro intentando convencerme que no es él, es él. Sin duda es él. Ahora el hombre parece estar más tranquilo y parece que va recuperando un poco de aliento aunque no deja de mirar hacía todas partes en busca de algo que ignoro en todo momento. No me atrevo a preguntarle nada porque estoy tan impresionado por su presencia que me he quedado sin palabras y siento cómo mi gran curiosidad por él, de repente y por falta de palabras, ha finiquitado sus siete vidas. Es él y ahora mismo esta a mi lado. Llevo años intentando acercarme a él pero durante todo este tiempo mis intentos han sido en vano, él es un hombre de firmes convicciones y ni yo ni mi equipo hemos podido doblegarlas. No salgo de mi asombro por mucho que lo esté mirando de este modo tan descarado y con tanta falta de consideración a pesar de saber que no le gusta sentirse observado ni ser centro de atención pero esto es algo que ni él mismo puede evitar. Cuando por fin me decido a preguntarle si puedo hacer algo para ayudarle, este hombre tan admirado por mí se levanta y sin mediar palabra se aleja a toda prisa. No reaccionó y antes de poder pensar en algo éste ya ha desaparecido de mi campo visual. Me maldigo por haber sido tan torpe y no haber sido más audaz cuando he estado junto a él aunque esto no es ninguna novedad en mi vida porque cuando las situaciones me sobrepasan, cómo ha sido en este caso, reconozco que me vuelvo torpe por naturaleza. Me resulta extraño haberlo visto en esta situación y con ese aspecto tan alejado de su porte normal pero cómo le pasa a los grandes y él es un grande para mí, sus vidas corren paralelas a sus obras y esta excéntrica situación se hubiese podido sacar de cualquiera de sus obras. La verdad es que quién lo lee por primera vez se impregna rápidamente de su mundo lleno de surrealismo y es capaz de convertir de la noche a la mañana cualquier situación cotidiana en una aventura fuera de control y de toda comprensión, suena raro pero es así. Me hubiese gustado charlar con él aunque fuese de un modo informal aunque esta situación no ha sido la idónea para poder hacerlo. Después de esta experiencia tan inesperada y grata no puedo seguir leyendo mi periódico porque me encuentro un poco aturdido con esta confusa situación que acabo de vivir. Era él, de eso estoy seguro pero no actuaba cómo él y en muchos aspectos no parecía él pero era él. Lo puedo asegurar ante quién sea aunque sé con absoluta certeza que esta historia que acabo de vivir no la podré explicar a nadie sin que crean que es fruto de mi imaginación. Era él, de eso estoy seguro. Todos conocen mi admiración por él y por lo que es capaz de hacer con sus letras y todos los que me conocen pueden afirmar sin titubeos que es uno de mis escritores preferidos. Sin duda ha marcado los últimos años de mi vida y espero que los siga marcando junto a muchos otros que irán apareciendo y que dejarán en mí una huella imborrable cómo lo ha hecho él y sus magnificas obras.

Por hoy ya esta bien de leer mi periódico y de parque. Me voy a casa a darme una ducha y a escribir sobre lo que me ha sucedido y aunque haya sido una vivencia surrealista y confusa, ha sido con él y para mí esta ha sido una de las mejores experiencias que he tenido en la vida. Salgo del recinto con la certeza que al parque ya no le volveré a llamar por su verdadero nombre por muchos días que venga a él a leer mi periódico o simplemente a pasear sino que a partir de hoy mismo y sólo en lo profundo de mi ser lo llamaré por el nombre del hombre que hoy me ha hecho vivir una de las experiencias más asombrosas y poco creíbles de mi vida sin tan siquiera mirarme ni abrir la boca. Un maestro a todas luces y en todo momento o esto al menos es lo que yo creo.



Agua sin tiempo



Mis palabras cómo muchas cosas en mi vida tienen un tiempo y esta simple afirmación me recuerda a la máxima que hay un tiempo para todo y todo tiene un tiempo. Desde hace mucho siento que dentro de mí hay palabras para todos los tiempos que vivo y disfruto de una manera u otra aunque sólo desde hace poco he sido capaz de encauzarlas. Siento que en mi interior existe un rebosante mar de palabras que hablan de mí, que definen mis sensaciones y mis sentimientos y que me descubren sin darme cuenta de ello. La fuerza que mueve y que genera este mar son las mismas palabras que lo forman y que a cada experiencia vivida y comprendida se llena de nuevas palabras que le confieren esta bravura y este color tan particular. He de confesar que hay partes de este mar que permanecen en calma, que ninguna de las múltiples tormentas que han azotado este inmenso mar ha podido alterar y esto es debido a su misma esencia. Es un lugar de palabras especiales, palabras que significan mucho más que el sentido literal de las mismas y que son mucho más grandes que su simple grafía. Son palabras que nada las mueve y que nada las altera, en definitiva, son las palabras que un día dije y que siempre serán dentro de mí. Ya no pretendo navegar cómo antaño sobre este mar, lo que ahora pretendo es sumergirme y ahogarme literalmente entre esta sopa primigenia de palabras y dejarme llevar dónde ella me quiera llevar, sin pensar, sin necesidad de entender, tan sólo sintiendo cómo me embriago de ellas.

Mis palabras cómo muchas cosas en mi vida tienen un tiempo y tienen un significado que nunca he podido acotar ni interpretar literalmente y esto es fundamentalmente así porque mis palabras nacen y viven en un mar dónde cada una de ellas es diferente y en su singularidad radica su fuerza.

Mis palabras son agua y cómo agua salen de mi interior.

Y al final todo se reduce a esto...

… a ser agua, a ser sólo agua sin tiempo.



Ratón (caligrama)




Un
invitado
diferente a
todos los que
algún día pisaron
su cocina o comedor,
sale (0) de la misma (0) nada
algo que no había estado
en la cocina del famoso chef,
es tan limpia como el agua fresca
y aromática cómo campos de lavanda,
generosa cómo la lluvia de mayo que cae,
grande es la cocina del chef de este poema
y en este escrito de cocina, chef e invitado,
queremos saber de éste último y diferente
y en él nos centramos aunque el chef no,
él esta con sus quehaceres culinarios y
no tiene tiempo para mirar nada más
que no sean sus salsas y souflés y
en esta distracción, el anónimo
aprovecha la ocasión y coge
con sus diminutas manos
un poco de algo que
que ha caído
de la mesa
del chef
y no
es
si
no
un
de
li
cio
so
pe
da
                               zo de queso de cabra