Quién es



 
Quién es,

el que no sabe de tórridos atardeceres en Yibuti,

el que desconoce el canto del roncal,

el que no puede oler las olas,

el que admira sin ojos,

el que siente tanto,

el que lee esto,

Quién,

es

Quién

el que lee esto,

el que siente tanto,

el que admira sin ojos,

el que no puede oler las olas,

el que desconoce el canto del roncal,

el que no sabe de tórridos atardeceres en Yibuti,

Quién es.



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La silueta de la palabra




La silueta de la palabra

de ojos picardía

se detiene ante mí

y al instante,

su desnudez se manifiesta,

su delicado cuerpo cincelado

a fuerza de amor y fe

me resuelven esclavo

y acato

que nada sé ante ella

y que sólo su voluntad

es el camino.



La bella palabra me susurra

mientras me envuelve

y

me seduce

mientras me disuelve.



Su esencia diluyéndome

es agua cargada de significado,

son estrellas que dibujan sueños

en esta desnudez que se manifiesta

mientras escuchamos una música

recién aparecida y siempre querida

que nos conecta y nos une

a esta danza de forma y sentido

entre la sinuosa silueta de la palabra

y un humilde servidor del sueño,

que la siente y la garabatea,

que la huele y la quiere aún más,

que sabe que no hay batalla

sino una dulce rendición

y

que cada vez es menos esclavo

y

más amante.



Su caricia es eterna

en mi ser entregado

dónde el sentimiento se escribe

con tinta color esperanza

dónde lo único que sé del cierto

es que la quiero.

Te escribo cómo te abrazo




Te escribo cómo te abrazo,

fundiéndome en ti

y

descubriendo

que las palabras que te dedico son mis más sinceros sentimientos,

que la manera que tengo de escribirte es mi modo de agradecerte tanto,

que los pensamientos que te ofrezco son, en verdad, tus claras miradas,

que quién sustenta tanta dicha no es más que un enamorado soñador,

que palabra, sentimiento y letra en mi corazón son parte de tu misma esencia,

que junto a ti , mis sueños de ayer son mis realidades de hoy,

que nada es imposible si tú estás a mi lado,

que mis letras son los besos que te quiero regalar

y es por eso, amor,

que te escribo cómo te abrazo,

intensamente.
 
 

Te voy a confesar algo

Te voy a confesar algo.

Dime.


Me encanta escuchar el sonido de las monedas cuando las dejas caer dentro de mi corazón


No te entiendo, ¿a que te refieres con eso?


Pues a eso mismo, el vibrante y dulce sonido de las monedas cuando golpean, una detrás de otra, contra las musculosas paredes de mi corazón. Es una sensación única y maravillosa.


Cariño, estoy confuso por tus palabras y ahora no sé si alegrarme o enfadarme.


¿Porque dices eso amor?


¿Porque no entiendo que encuentras tan maravilloso en el hecho de dejar caer monedas en tu corazón?


Pero, cariño, no me las dejas, me las regalas directamente al corazón. Es estupendo, desearía que pudieras experimentar una sensación así. Es algo realmente diferente y que me llena de buenos sentimientos hacía ti que no sabría cómo expresártelos.


¿Y te puedo preguntar algo que sale de mi comprensión aunque no sé si es una tontería.?


Pregunta, pregunta, eres libre de hacerlo, cariño.


¿Cómo consigues aunar monedas metálicas y tejido humano para conseguir ese sonido tan especial y que tanto te hace sentir cómo dices tú?


No lo sé, nunca me había pasado antes. Tú eres la primera persona con la que soy capaz de sentir cómo caen monedas en mi corazón y me alegro que hayas sido tú. Eres tan especial.


¿Nunca antes te había pasado?


Nunca.


No sé que decirte. Supongo que no acabo de encontrar la conexión mágica entre hacer caer unas monedas y un corazón y así me es muy difícil comprenderte aunque me alegra saber que te despierto estos bellos sentimientos y que he sido la única persona en llegar hasta ellos. Yo también creo que eres especial y ahora, después de tu confesión, lo siento aún más.


¿Me quieres?


Bésame y lo sabrás.

 


Con este beso apasionado queda zanjada esta corta conversación sobre monedas, sonidos y corazones entre estos dos enamorados que lejos de sentirse separados por sus formas de expresar, se sienten unidos en su forma de amar.
 

Viejo y loco chamán




Mi semblante

estaba cómo mi corazón,

frío,

no parecía yo

y

me preguntaba

cómo era posible que siguiera así

después de tanto tiempo,

por eso

decidí acudir al chamán,



primero me dijo que era por culpa del tiempo,

luego de la edad y

finalmente

me sorprendió diciéndome

que mi frío no era natural.



Me dijo

que era un frío raro, extraño

e inquietante,

esas habían sido sus palabras,

y

me informó que

los espíritus habían decidido

sobre mi caso

y

que lo mejor para mí

era que me bañara desnudo

en pleno invierno en el lago helado.



No entendí

hasta que el chamán me explicó

que el frío que yo sufría

sólo se podía combatir con otro frío mayor.


Frío interior

contra

frío exterior,

para reencontrar el equilibrio,

me había acabado diciendo.



Así lo hice

y

en ese momento comprendí

que sólo un tonto se creería

al viejo y loco chamán

y

se metería en aquellas aguas heladas

y

ese tonto resultó que era yo.



He tardado una luna entera en recuperarme de aquel baño

y no es que me desequilibrará, es que casi me mata

y

aún no acabo de entender cómo pude hacerle caso

aunque la verdad, no confesada a nadie,

es que ni mi semblante ni mi corazón

han vuelto a estar fríos desde que me bañe

en las aguas heladas del lago

cómo habían indicado los espíritus

y

cómo me había dicho

el viejo y loco chamán.